En el Budismo, la muerte marca la transición desde esta vida a la siguiente a través del renacimiento. Entre los budistas, la muerte tiene un gran significado, tanto para el difunto como para los supervivientes. Para el difunto marca el momento en el que la transición hace comenzar un nuevo modo de existencia en la rueda de renacimientos. Cuando la muerte ocurre, todas las fuerza kármicas que el difunto acumuló durante su vida se activan para determinar la nueva forma en la que va a renacer. Para los vivos, la muerte es un recordatorio poderoso de la enseñanza acerca de la impermanencia.
Enseñanzas del Venerable S. Dhammika.
Aquellos que creen en un dios o dioses afirman que antes de que un individuo sea creado no existe, que luego llega a existir merced a la voluntad de un dios. Éste individuo vive su vida, y así, de acuerdo con lo que él cree o hace durante su vida, va al cielo eterno o al infierno eterno. Hay otros científicos que alegan que el individuo llega a existir en el momento de la concepción debido a causas naturales, vive, y luego, en el momento de su muerte deja de existir. El budismo no acepta ninguna de estas explicaciones. La primera da lugar a muchos problemas éticos. Si un dios bueno realmente crea a cada uno de nosotros es difícil de explicar por qué mucha gente nace con las más atroces deformidades, o por qué tantas criaturas nacen muertas. Otro problema con la explicación teísta es que parece ser muy injusto que una persona deba sufrir tormentos eternos en el infierno por lo que hizo sólo en sesenta o setenta años en la tierra. Sesenta o setenta años de incredulidad o vida inmoral no merecen la tortura eterna. Del mismo modo, sesenta o setenta años de una vida buena parecen ser un pago muy escaso por la dicha eterna en los cielos. La segunda explicación es mejor que la primera y cuenta con más evidencia científica para sostenerse, pero todavía deja varias cuestiones importantes sin resolver. ¿Cómo puede, un fenómeno tan complejo como la conciencia, desarrollarse a partir de la sencilla unión de dos células, el espermatozoide y el óvulo? El budismo ofrece la explicación más satisfactoria acerca de dónde proviene el hombre y hacia dónde va. Cuando morimos, la mente, con todas sus tendencias, preferencias, habilidades y características que han sido desarrolladas y condicionadas durante esta vida se reestablece a sí misma en un óvulo fertilizado. De esta manera, el individuo crece, renace y desarrolla una personalidad condicionada tanto por las características mentales que han sido transportadas como por el medio ambiente. La personalidad cambiará y será modificada por el esfuerzo consciente y por factores condicionantes como la educación, la influencia de los padres y de la sociedad, y una vez más, cuando muere, se reestablece a sí misma en un nuevo óvulo fertilizado. Este proceso de morir y renacer continuará hasta que las condiciones que lo causan, el deseo vehemente y la ignorancia, terminen. Cuando esto sucede, en lugar de renacer, la mente alcanza un estado llamado Nirvana, y éste es el objetivo final del budismo y el propósito de la vida.
¿Cómo va la mente de un cuerpo a otro?
El acto de pensar en algo se parece a las ondas de radio. Las ondas de radio, que son energía en diferentes frecuencias, son transmitidas, viajan a través del espacio, son atraídas y recogidas por el receptor desde donde son emitidas. Lo mismo sucede con la mente. En el momento de la muerte, la energía mental que viaja a través del espacio es atraída y recogida por el óvulo fertilizado. A medida que el embrión crece, se concentra en el cerebro desde donde más tarde se da a conocer a sí misma en la forma de una nueva personalidad.
¿Qué es lo que decide dónde se renacerá?
El factor más importante, aunque no el único, que tiene influencia sobre dónde renacemos y qué clase de vida tendremos, es el kamma. La palabra kamma significa acción y se refiere a nuestras acciones mentales volicionales. En otras palabras, lo que somos está determinado, en una gran medida, por cómo hemos pensado y actuado en el pasado. Del mismo modo, cómo pensamos y actuamos ahora tendrá influencia sobre cómo seremos en el futuro. La clase de persona amable y amorosa tiende a renacer en un plano celestial o como un ser humano en el que predominan las vivencias agradables. La clase de persona llena de preocupaciones, atribulada o extremadamente cruel tiende a renacer en el plano infernal o como un ser humano en el que predominan las experiencias desagradables. La persona que desarrolla deseos ardientes y obsesivos, feroces caprichos y apasionadas ambiciones que nunca pueden ser satisfechas tiende a renacer como espíritu carente o como un ser humano frustrado por el antojo o lo que le falta. Cualquier hábito mental que se desarrolle con firmeza en esta vida continuará en la próxima. La mayor parte de la gente, sin embargo, renace como seres humanos.
Por lo tanto, si nuestras vidas no están determinadas por nuestro kamma, ¿podemos cambiarlo?
Por supuesto que podemos. Ésta es la razón por la cual uno de los pasos del Noble Óctuple Sendero es el Recto Esfuerzo. Depende de nuestra sinceridad, de cuánta energía podamos ejercer y de cuán intenso sea el hábito. Sin embargo, es verdad que algunas personas van por la vida sencillamente, bajo la influencia de sus hábitos pasados sin hacer un esfuerzo para cambiarlos y siendo víctimas de sus desagradables resultados. Esas personas continuarán sufriendo a menos que cambien sus hábitos negativos. Cuanto más tiempo permanecen los hábitos negativos son más difíciles de cambiar. El budista entiende esto y aprovecha todas y cada una de las oportunidades que se le presentan para romper hábitos mentales que tienen resultados desagradables y desarrollar hábitos mentales que tienen un resultado grato y feliz. La meditación es una de las técnicas usadas para modificar los patrones de los hábitos de la mente tales como hablar o abstenerse de hablar, actuar o abstenerse de actuar de ciertas maneras. La totalidad de la vida budista es un entrenamiento para purificar y liberar la mente. Por ejemplo, si ser paciente y amable fue una parte significativa de su carácter durante su última vida, tales tendencias resurgirán en la vida presente. Si esas tendencias son fortalecidas y desarrolladas durante la vida presente, resurgirán aún con más fuerza y más pronunciadas en la vida futura. Esto está basado en el hecho simple y observable que hábitos largamente establecidos tienden a ser difíciles de romper. Ahora, cuando es paciente y amable, sucede que no es irritable fácilmente por parte de otros, no guarda rencores, la gente como usted tiende a ser más feliz a través de sus experiencias. Ahora tomemos otro ejemplo. Digamos que usted vino a la vida con una tendencia a ser paciente y amable debido a sus hábitos mentales durante su última vida. Pero, durante la vida presente deja de fortalecer y desarrollar esas tendencias. Gradualmente se debilitarían y extinguirían y quizás estarían completamente ausentes en su futura vida. Siendo la amabilidad y la paciencia débiles en este caso, hay una posibilidad de que tanto en esta vida como en la próxima pueda desarrollarse un carácter resentido, colérico y cruel, trayendo todas las desagradables vivencias que tales actitudes crean. Tomaremos un último ejemplo. Digamos que, debido a sus hábitos mentales en su última vida, llegó a la vida presente con la tendencia a ser irritable y colérico y se da cuenta que tales hábitos solamente le causan situaciones desagradables y entonces hace un esfuerzo para cambiarlos. Los reemplaza con emociones positivas. Si es capaz de eliminarlos completamente, lo cuál es posible si hace el esfuerzo, se libera de las situaciones desagradables que son producidas por ser irritable y colérico. Si es capaz sólo de debilitar esas tendencias, éstas resurgirán en la próxima vida, donde con un poco más de esfuerzo, podrían ser completamente eliminadas y podría ser liberado de sus efectos desagradables.
¿Hay alguna prueba de que renacemos cuando morimos?
No solamente hay evidencia científica para apoyar la creencia budista en el renacimiento, sino que es la única teoría después de la vida que tiene alguna evidencia para apoyarse en ella. No hay ni un fragmento de evidencia para probar la existencia de los cielos y, por supuesto, la evidencia de aniquilación en la muerte debe ser insuficiente. Pero durante los últimos treinta años los parapsicólogos han estado estudiando informes sobre algunas personas que tienen lúcidos recuerdos de sus vidas anteriores. De este modo, si la creencia en el renacimiento está basada en al menos algunos hechos, no puede ser una superstición.